¿Por qué me llamo Cirila Thompson?

Karla Paniagua R.
3 min readSep 18, 2022

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Louis Maendly y César Mureddu coordinaban el área de hermenéutica y polemología en la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco cuando entré a la universidad. Habían creado un módulo experimental para estudiantes del primer año en la División de ciencias sociales y humanidades; tuve el privilegio formar parte de la primera generación que tomó dicho curso. Eso seis meses cambiaron mi vida.

El sistema modular de la UAM-X es una preciosura ideada en los setenta con un enfoque único en América Latina. Entre otras bondades, su forma de trabajo sustituye las múltiples materias por una sola experiencia interdisciplinaria. A lo largo de cada módulo, los estudiantes investigan un fenómeno concreto (denominado objeto de transformación) y, para irlo desentrañando, leen como dementes, hacen trabajo de campo, discuten lo leído en clase, se tropiezan y son guiados por el docente, que en la misma clase incluye técnicas, herramientas e instrumentos de distintos campos del conocimiento.*

Leímos y discutimos en clase dos obras cruciales para mi historia personal: La construcción social de la realidad (Berger y Luckman, 1966) y El dosel sagrado (Berger, 1967). El primer libro me hizo entender cómo se arma la Matrix y el segundo me reconcilió con mi pasado católico, brindándome los elementos para abrazar el librepensamiento.

También nos peinamos la Historia del siglo XX (1994) de Eric Hobsbawn, La idea de la historia (1952) de Henry Collingwood y dedicamos varias sesiones al estudio de La filosofía náhuatl (1959) de León Portilla. En paralelo, estudiamos a conciencia la psicología profunda de Jung, nos leímos El secreto de la flor de oro (Wilhelm y Jung, 1929) y dedicamos muchas horas a su discusión.

Nuestras mentes habían sido estimuladas con todos esos tesoros y el tiempo dedicado a arrastrar el lápiz y reflexionar no tardó en surtir efecto. Junto con otros compañeros, empecé a tener los sueños más pinche impresionantes de mi vida.

Nuestro maestro, Louis Maendly, era cazador de sueños, “regístrenlos y vengan después de clase a mi oficina”, nos recomendaba.

Mis sueños alquímicos se manifestaban en formato cinematográfico, con créditos y toda la cosa. A veces me soñaba en una sala de cine como única espectadora, en otras ocasiones era una testigo dentro de la película. Con el pasar del tiempo, desarrollé un sistema de traducción automática del mensaje: mediante subtítulos, carteles, una voz en off o un personaje, recibía (y recibo hasta la fecha) la correcta interpretación del sueño.

Así que anotaba mis sueños y pasaba por la oficina de Louis después de clase. Él hacía preguntas específicas, “¿de qué color era tal cosa?, ¿qué forma tenía tal otra?, dibújalo para tener más claridad, la próxima vez que sueñes, fíjate en esto”, solía decir.

De esta manera fundé la casa productora de mis sueños. Desde entonces, cada cierto tiempo mi inconsciente me invita a un festival, sobre todo cuando he dejado de poner atención a lo importante y necesito un soplamocos para recuperar el rumbo. Sé que debo poner especial atención cuando la historia se presenta como una película, al final de la cual contaré con un mensaje a prueba de tontos.

Después de la universidad seguí soñando películas, aunque de manera más esporádica. Cuando estudié la maestría en Antropología social, las interpretaciones de mis sueños se volvieron más claras y elocuentes.

Una noche, hace casi veinte años, soñé un peliculón que no escatimaba en presupuesto. Era una obra de cine negro, recuerdo bien la obscuridad, las calles húmedas, los ventiladores, los encuadres expresionistas. La protagonista era una detective con una facha idéntica a la mía, pero con una actitud muy valiente y audaz. Esta mujer estaba escondida en una esquina, a punto de dispararle a alguien y entonces rompió la cuarta pared. Mirándome fijamente, abrió la boca y dijo “lo que debes recordar de este sueño es que tú eres Cirila Thompson.”

Desperté con el nombre en mi cabeza y lo busqué en Internet. No había rastro de la tal Cirila Thompson.

Hay quienes saben que me llamo Cirila, aunque no conozcan los motivos. Yo misma desconozco por qué soy Cirila Thompson, pero el sueño lo dijo fuerte y claro, ¿no es cierto?

  • A propósito de los campos, estudiar a Pierre Bourdieu y su enfoque sobre los campos y los capitales fue otra maravilla que me ocurrió en la universidad, pero eso es motivo de otra entrega.

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Karla Paniagua R.
Karla Paniagua R.

Written by Karla Paniagua R.

Coordinadora de estudios de futuros y editora en centro.edu.mx

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